El sector alimentario es uno de los pocos sectores que mantienen un nivel de actividad mejor a la del resto de los sectores empresariales. Todo parece indicar que la alimentación es un aspecto que el ciudadano intenta cuidar, buscando la garantía de seguridad de los alimentos que consume. Los operadores alimentarios se ven obligados a asegurar, en frente a organizaciones externas y autoridades, que sus sistemas de seguridad alimentaria son operativos y fiables, y se ajustan a los principios y requisitos contenidos en el Códex Alimentarius y la Legislación vigente.
El problema que se planteó en su día es el surgimiento de un cierto número de normas de carácter inicialmente local (es decir, válidas para un país concreto o un grupo reducido de países) pero no una única de carácter global. Como ejemplo, se puede citar las normas BRC (British Retail Consortium) en el Reino Unido o las IFS (International Food Standard), que se usan en Francia y Alemania.
La norma UNE-EN–ISO 22000 surgió de la necesidad de armonizar, a nivel internacional, los criterios y normas entre diferentes países (con diferentes niveles de exigencia), en todos los eslabones de la cadena alimentaria. Esta norma, compatible con la ISO 9001, aceptada a nivel internacional y reconocida en muchos países facilita:
- El cumplimiento de la legislación de aplicación
- Proporciona una comunicación organizada y eficaz, con todas las partes interesadas (Autoridades Sanitarias,
- Consumidores, Clientes, Proveedores y socios comerciales, ..)
- Control mes y dinámico de los riesgos para la seguridad alimentaria.
- Gestión sistemática de los requisitos previos.
- Generación de confianza a los consumidores.
- Ahorro de tiempo y costes, dado que una implantación adecuada, da respuesta a los requisitos demandados por los protocolos privados como BRC e IFS.